La cuestión iraní centrará la visita al país del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El presidente norteamericano tratará principalmente de ganar tiempo, y este sería el propósito de su visita, según algunos analistas. En principio, Obama quiere asegurase que durante un año Israel no interferirá en el asunto. Ambos aliados concuerdan con los datos y la situación del programa nuclear iraní. Las opiniones de las agencias de inteligencia de Estados Unidos e Israel no tienen prácticamente ninguna diferencia y han coordinado sus posiciones.
Recientemente, Obama anunció en una entrevista ofrecida al canal 2 de la televisión que Irán "podría fabricar una bomba atómica en el lapso aproximadamente de un año; pero obviamente no queremos que se acerque demasiado a eso", indicó el jefe del Ejecutivo norteamericano.
La percepción del cronograma nuclear iraní es la mismo
tanto para Jerusalén como para Washington. La diferencia yace en que Estados Unidos tiene capacidades que Israel no tiene y por lo tanto posee más margen de maniobra antes de decidir pasar a la acción militar. En cambio, para Israel, que tiene menores capacidades militares, el tiempo se agota más rápidamente.
El problema es que si Netanyahu decide acceder al pedido de Obama y darle un año de tranquilidad; Israel podría quedar rehén del presidente estadounidense. Netanyahu deberá confiar en la palabra de Obama, y tal vez ya no estará en condiciones de lanzar un ataque efectivo contra el programa nuclear de Teherán.
En Jerusalén, Obama tratará asegurar a Netanyahu de que los plazos límites de Israel y Estados Unidos están coordinados y despejar los temores de Israel sobre una deserción norteamericana de último momento.
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