Katmandú
- Nepal.- A pesar de la defensa por la libertad religiosa en Nepal, que
representa un orden favorable dentro de las naciones asiáticas, nuevas iniciativas de ley
que condenan el orden entre individuos parecen degradar las
posibilidades para la Iglesia Cristiana por revelar la caridad y valores
cristianos.
En Nepal, el peligro de aprobación de un nuevo código penal que restringe la conversión religiosa atenta contra la causa cristiana, ya que prohíbe cualquier acto que induzca a una persona a convertirse de una comunidad o fe tradicional a otra diferente. Las penas serian multas y prisión por hasta 5 años.
El
Cristianismo representa una minoría dentro de la nación asiática, y
frenaría la labor evangelística de la causa, ya que los valores constan
en caridad y apoyo a los marginados.
El Código 160 del nuevo Código penal condenaría el trabajo de la Iglesia Cristiana.
Según
afirma el sacerdote Silas, la forma de decirle a los nepaleses “Cristo
os ama”, es al apoyar diversos problemas en la nación, la pobreza, los
que sufren, cuando hay un desastre natural, además del apoyo a los más
desprotegidos, “No es una evangelización directa pero el mundo conoce
que nosotros somos cristianos”, comentó.
La Iglesia como voz
profética ponen en alto los valores de la justicia, la paz, la urgencia
del buen Gobierno y la armonía interreligiosa.
El panorama del gobierno nepalés se encuentra inestable y en incertidumbre, la razón del derrocamiento de la ley.
Como pueblo del Señor, debemos estar confiado en todo momento, sabiendo que de todo lo que está pasando, el Señor tiene control, nada se le está saliendo de su mano, todo esto está profetizado como señales de su venida, por lo tanto no debemos alarmarnos, sino más bien seguir firmes en nuestra fé, aguardando la bendita y bienaventurada venida del Señor.
Solo sus ovejas oyen su voz y el las conoce y le siguen.
Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dió, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Juan 10:26-29
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